y
 
     
 
 
 
 
     

ÁRBOL FUERTE
QUE SILBA Y ARRASA

(1988)

 

Ver otras ediciones
 
 
     
 

 

¿DÓNDE AMANECES?
¿En cuál ciudad, dónde se abren, dónde se cierran tus ojos?
¿Dónde escuchas el primer canto de pájaros, en cuál de las calles que te pertenecen
desperezas tu cuerpo y bostezas?
¿En qué mesa tomas tu primer café, quién preludia tu alimento, quién sirve tu postre preferido, cuál comida disgusta tu paladar exquisito, cuál deleitas los domingos?
¿Quién te besa en la frente, quién te despide, quién recibe tu cansancio, tus pies doloridos, tu espalda mustia, tuvoz quebrada?
¿Quién escucha tus lamentos, tus alegrías, tus éxitos; angustias de dinero y tiempo?
¿Quién recoge tus palabras,
tu canto derramado en las mañanas, quién calienta tu cama para la siesta,
quién te arropa en las madrugadas frías? ¿Quién sacude de tus hombros
las primeras canas que van nevando, quién recogerá tu cuerpo vencido, quién lo vestirá de cielo?
¿Quién está contigo en este instante hipotético?


OFRÉCEME TU CUERPO
Ofréceme tu cuerpo de árbol perenne, tu mano de roble o de apamate; voz persistente de bucare,
de flamboyán o de arce.
Tiempo de cedro, vocación de caoba, alegría de araguaney florecido;
fortaleza de ceiba milenaria.
No la frágil rosa de agua, perecedera; instante de jardín o fresca noche
que muere ante los primeros rayos de sol o lunas menguantes.
Toma la tristeza de sauce,
el sabor de sauco, el tiempo de moriche. Transpórtalos a extensas raíces de arte, junto a Mozart y a Beethoven,
Albinoni y Brahms.


NO LA BRISA
No la brisa que tanto se busca,
ni el agua, ni el fuego;
ni la mano tendida en noches insomnes.
Si me colmas…toda
¿qué será de la angustia poema? ¿qué, de extrañas sucesiones agua, fuego, tierra, viento?
Dame el dulce infierno de Francesca
y la eterna evasión de Paolo;
tan cerca, tan distante, tan próximo, tan nada.
A la mano de Francesca… hecho sombra…intocable.


REGÁLAME UNA

Regálame una, una sola mano.
Tu mano grande
de fiebre,
para llevarla a mi cama junto al sueño,
debajo de la almohada.
El resto, no importa.
Basta una, una sola mano carnosa de fiebre,
junto a la soga de otoño.


NO ES ESA LA MANO
No es esa la mano que busco, ni ésta, ni aquella lujuriosa
que se ofrece a la vuelta de la vida.
Busco una mano sol
que se trasmute en luna,
que sea violín y clavicordio y al mismo tiempo
desprenda sándalo y no olvido.
Que me pase con prisa
por el mundo,
que me aleje del valle,
que me conduzca águila
hacia la cúspide de la única montaña que me conserva altiva todavía.


BUSCO
Busco un bol de sándalo
en la copa de una pequeña caña de bambú enjabonada.
Mi perspicacia predice acto baladí.
Mi corazón insiste en conquistar la cima de una pequeña caña de bambú jabonosa. Después de seiscientos años obtengo el bol ylo llevo a casa, solitaria,
sin paredes, sin techo.
El aroma del sándalo escapa
y el bol es destruido por la polilla.
Transcurren otros seiscientos años. Me encuentran sudorosa,
intentando otro bol de sándalo
sobre la cima de otra pequeña y viscosa caña de bambú.
Seis veces seiscientos años asedio.
La última caída:
una hilera de viudas hormigas
alinean hombros, trasladar
porciones de hojarasca sándalo.
Siete vecesseiscientos años…
Echada en la grama contemplando comitivas. Miro el tiempo ciego de mis manos,
oigo el cuerpo de mis lapsos,
miro el aroma, oigo el suspirar del sándalo.


DE NUEVO EL TIPO

De nuevo el tipo de ancha espalda me persigue.
El libro de los sueños informa
de los reveses económicos-poéticos.
El esotérico revela insurrección. del yang asfixiado de yin.
Mi amiga mística
asegura el desdoblamiento centrífugo de la materia astral en retirada.
Mi amigo el psiquiatra
refiere traumas conven-tuales,
de una infancia frustrada entre muñecas y sombras de padre desmembrado.
Mi esposo…come desaforado para alcanzar la estatura
del tipo de los sueños.
Después de consultar mi propio oráculo, no dudo en comenzar la novela
de mi próximo personaje.


¿QUÉ ERES JUAN?
Tu cuerpo me sigue como brisa de sueño, doblando mi estatura.
Tu rostro, Juan,
nunca existe en duermevela.
Y me pregunto: ¿qué eres, Juan?
Pareces la eutanasia vestida de euforia, el otro yo, el hombro, la mano fuerte.
¿Qué quieres, Juan?
¿Por qué caminas alpino,
en silencio, sin sentido?
Sólo tu espalda amplia, adherida.
No piensesen mí, Juan,
regresa a tu mezquita deshabitada.
Vuelve otro día,
cuando no esté briznando,
cuando no me dé miedo
que caminemos
entre beatasentrañas.


EN AQUEL TIEMPO
En aquel tiempo
una silueta cruzó mi camino de encina, alfarero en bruma.
Se desmenuzó la aurora antes de hacerse roble, germen de cantos,
audacia, árbol macizo.
La mirada no es la misma, sedimentada en el aljibe.
El olvido dibujó bocetos, personajes,
regodeos nocturnos.
Sigue camino alfarero,
son otros los cantos difuntos.


SI TUVIERA LA CERTEZA

Espacio de seguridad donde ubicarme plácida.
Brazos de carnero y tigre, dorso y envés de las manos.
Ungüento y certidumbre.
Sin ese obstinado contemplar puertas y ventanas...cerradas.
Aguardaría con regodeo
la proximidad de los caballos,
los semblantes
desde la misma perspectiva emotiva, sin bradicardia en los sentidos.